Thursday, August 03, 2006

La Interrupción de un Bostezo


(o Sonrisas de Cabernet)
El traqueteo de sus dedos sobre el PC contribuía al aura de oficina pública que se respiraba a esa hora en su minúsculo cubículo. El calor se arremolinaba como en sordina gracias al ventilador, que de manera absolutamente pesadillezca daba vueltas infinitas al compás que dictaba el motorcito establecido per secula seculorum en el tres...¡cómo si en algo fuese a contribuir a bajar la temperatura que se respiraba en el ambiente!Por enésima vez en el día, el intercomunicador directo con la gerente de servicio al cliente sonó y ella le habló sin siquiera sacar los ojos de las cifras que estaba revisando...-Me faltan los datos de la recepcionista-, le dijo al aire...-esto no sirve para mostrárselo al Presidente-, agregó.Un suspiro al otro lado de la línea le advirtió que para Julieta tampoco había sido un buen día.Hizo un mohín y abrió el cajón del escritorio, desde donde sacó el atado de cigarrillos y procedió a encender uno, sin prestar atención al abogado alto y rubio que pasó por delante de su puerta, regalándole una mirada asesina mientras procedía a atravesar la nube azulina que se estacionaba desde temprano en el pasillo frente a sus cuatro paredes.-Qué pasa, Julieta-, no se molestó en aparentar deferencia. A veces la trataba como si formalmente no fuese su jefa. Y la gerente reaccionaba de igual manera. -Nada-, respondió la voz en el intercomunicador, pero era evidente que en cualquier momento se iba a echar a llorar. Inhaló, molesta por la interrupción y por captar que había encontrado otro "paciente" en la empresa. Levantó el auricular para entrar en un terreno más privado.-¿Segura?-, preguntó, sin dejar traslucir su falta de interés, mientras, exasperada, miraba la planilla en su computador y el reloj chiquito en la esquina inferior derecha.-Si no me ayudas con las cifras, no vamos a poder entregar el informe de gestión-, dijo la Jefe de Servicio al Cliente con un hilo de voz.Levantó los ojos hacia la lámpara en el techo de su oficina de caoba.-Lo sé, no te preocupes, las estoy revisando. Tenían hartos errores y te faltaban alrededor de 1200 atenciones mensuales, pero las estoy incluyendo-, inhaló nuevamente-Es que quiero entregárselas al Jefe antes de que salga de vacaciones-, la voz se estaba tornando plañidera.-Lo sé, y sé cuán importante es para el jefe-, mintió. Había hablado del tema con Alejandro esa mañana, y tenía claro que a él le importaban un carajo las cifras cuando estaba hasta el cuello peleando dos Proyectos de Ley para marzo.-Jaime no me ha llamado-, intuyó que iba a romper a llorar en cualquier momento.-Te prometo que para el viernes las vas tener listas-, la interrumpió antes de que se desatara uno de los habituales pequeños caos existenciales de su amiga. Apagó la mitad del cigarrillo con una furia que apuntaba a nada en particular. No soportaba a las mujeres débiles en el trabajo. No soportaba que todos quisieran impresionar a Alejandro. No soportaba que no comprendiesen que a él, más allá de su carrera política, le importaba un comino la gestión de la empresa. No soportaba que su oficina no tuviese ventanas. Detestaba a las abogadas que se paraban por horas a conversar en el pasillo. La cortina musical de la cadena radial noticiosa la estaba sacando de quicios...Levantó la ceja...¿qué era esto?...Abrió el calendario de su agenda mientras Julieta seguía quejándose del silencio telefónico de Jaime, a quien conocía al revés y al derecho a pesar de no haberlo visto aún...contó los días....sonrió...sus hormonas eran tan exactas como un reloj suizo.Una luz verde le indicó que había una llamada en espera. La revisó rápido. Encorvó la espalda, de muy mal humor. Alejandro desde el Congreso.-Julieta, te tengo que dejar, es Alejandro-. La llamada se cortó. Sonrió sarcástica. Impresionante el temor que la distancia de los cargos generaba. Julieta ni siquiera había chistado. Presionó el botón en espera.-Ale-.-Hola, te llamo para decirte que eres perversa y que eso me gusta-, escuchó la sonrisa feliz en su cara.-¿Resultó?-, prendió otro cigarrillo.-Absolutamente, te pasaste, no puedo creer que los hayas dado vuelta sin moverte de su escritorio-, rió feliz, probablemente felicitándose por la ocurrencia de citar una publicidad tan antigua.-OK, entonces ¿lo aprobaron?-, preguntó.-No aún, pero los periodistas hicieron exactamente lo que dijiste que iban a hacer. ¿Cómo mierda lo haces? Me impresiona la lealtad que te tienen. ¡Se supone que los periodistas odian a las comunicadoras!-, su voz se estaba tornando eufórica.-Cálmate un poco, aún tienen que votar-.-PFFT! Ya está cocinado. Ese periodista de El Diario realmente te quiere mucho.--Si, puede ser...-, la respuesta fue vaga. Para qué decirle que a ese periodista había que tenerlo de amigo porque de enemigo era un desastre.-Oye, supongo que no le has dicho a nadie que no me voy de vacaciones la próxima semana-.-Alejandro, te juro que tu vida no me es relevante-, la respuesta fue sonriente, pero notó como él se desinflaba.-Bueno, están llamando a sesión nuevamente, cruza los dedos, porque si esto sale mal, te voy a echar la culpa a ti--¿Si? ¿Y a los asesores técnicos no?- bromeó de buen humor--No, a ti, por mal lobby-, y cortó.Giró automáticamente y siguió corrigiendo los cálculos que la ingeniero comercial no había podido terminar, mientras la nueva y joven periodista gangosa de la cadena radial se equivocaba por enésima vez en el día al pronunciar el concepto "Convertibilidad Cambiaria argentina"....De pronto su mente comenzó a divagar...No lograba concentrarse. ¡Qué semana de mierda! A dos manos con los periodistas, una entrevista de trabajo pésima, un informe de gestión hecho de carreras y con una redacción digna de un niño de preparatoria... y el recordatorio constante en su mente de la última conversación telefónica con el músico...Todo mal...suspiró...la semana había comenzado con un cúmulo de actividades sociales y laborales absolutamente insatisfactorias...Bostezó. Tenía sueño, le dolía un poco la cabeza...tenía demasiado alcohol en la sangre y tres cafés en el estómago como único alimento del día...y definitivamente, demasiado aburrimiento en el alma....Entró su secretaria.Su cara le anunció más bostezos.-Si no me firman el permiso de vacaciones hoy, no voy a poder irme a Loncoche con los niños-, y giró la cabeza en un gesto algo ridículo en una mujer que sobrepasaba con creces los treinta.-¿Y qué quieres que haga? No te lo puedo firmar yo, lo tiene que firmar Alejandro-.-Pero el Jefe no está.- Una gran sonrisa ladina le llenó el rostro -¿Por qué no me lo firmas tú, total a ti nunca te reta-.La miró por un segundo preguntándose si hablaría en serio.-Dale, qué te cuesta-, agregó, mientras llamaba al auxiliar y, utilizando el tono autoritario de secretaria de gabinete, le ordenaba que le trajese un café a su jefa, forma tácita de sobarle el lomo, porque en esa puta institución jamás lograba que le trajeran un café y la Silvita jamás le decía jefa a menos que pensase conseguir algo a cambio.-Ok-, aceptó de mala gana, sólo para sacarla de su oficina y sabiendo que le iba a costar un enfrentamiento con Alejandro. La secretaria le puso el papel sobre el escritorio. Mientras firmaba asomó la cabeza el Fiscal.-Me voy, ¿alguna novedad?-, el viejito siempre sonreía. Quizás por eso la gente no se daba cuenta de que era probablemente uno de los abogados más inteligentes y peligrosos que se hubiese conocido en "la familia judicial", como siempre decía con tono cursi.-No, excepto que Escudero nos atacó nuevamente por El Mercurio. Don Fernando, va a tener que escribirme una carta rebatiendo punto por punto para mandársela al director del diario-.-¿Tiene que ser ahora?- puso cara de compungido -es que tengo que juntarme con unos amigos, porque estamos planeando un viaje maravilloso a Grecia. ¿Usted ha estado en Grecia?-¿Este viejo era estúpido o se hacía? ¡Le pagaban un sueldo magro y se pensaba que podía darse el lujo de ir a las islas griegas!-Si, fascinante, aunque un poco ventoso en esta época- La mentira era piadosa. Porque el viejo nunca le ponía atención y, en el fondo, no requería más que un pase gol para poder seguir hablando de la pasión de su vida: el viaje de turno.-Uy, la Amalita se va a morir cuando sepa que usted ha estado por esos lares, va a querer ir a almorzar con usted inmediatamente, para que le dé todos los datos. Es que le respeta mucho el gusto y sabe que usted siempre sabe comprar arte pagando por artesanía, je, je...- y desapareció divagando....Entró Marito con el café. -Señorita, ¿no va a querer almuerzo?, ya son las 3 de la tarde. --No Marito, gracias, pero por favor vaya a comprarme cigarros, mire que tengo que sacar esto luego-. Le pasó las monedas y Marito salió raudo.Se detuvo un segundo a pensar lo ridículo que era el que con Marito, Mario en realidad, se trataran de usted. Él tenía 27 años. Ella 29. Y él era muy guapo.Retornó a las estúpidas cifras. ¡En qué momento se le había ocurrido proponer que se las entregaran al Presidente para el 11 de marzo! "Ok,", había dicho Alejandro, "pero te haces cargo tú, porque a tu jefa no se le puede pedir demasiado".Y dale con aceptar más cachos. Pensó que si no se hubiese retirado de Comercial en la Católica probablemente la vida la habría llevado por el mismo camino y a esas alturas estaría preparando las mismas cifras, pero por un mejor sueldo y con el aliciente de efectivamente estar planeando un viaje a Grecia.De pronto entró su secretaria con cara de desesperación. Le espetó algo con la boca llena de arroz, lo que a ella le generó mucho asco.-Silvita, termina de tragar y no te atores-. La secretaria tragó como pudo.-¿Qué pasa ahora?-, prendió otro cigarro.-Que llamó el Jefe (estaba segura que incluso cuando lo pronunciaban lo hacían con mayúscula) que se le olvidó decirte que el ministro necesita dar una conferencia de prensa sobre los cotizantes y afilados...--Afiliados, Silvita, afiliados-, le interrumpió. Llevaba casi veinte años en el mismo puesto y todavía no sabía que los aportantes se llamaban afiliados y no afilados.-Eso, eso, pero que dice que se le olvidó decirte que tienes que pasarle las cifras y acompañarlo en la conferencia-.Emergencia.Estaba segura de que a Alejandro no se le había olvidado. Era su humor negro, nada más.La secretaria volvió rauda a la cocina, no fuese que se le ocurriese pedirle ayuda. Marcó el 208 e interrumpió la siesta del encargado de estadísticas de Estudios.-Rosa, necesito...espera...¡Silvita! ¿Te dijo si quiere sólo al cierre del 2001 o histórico?.- Escuchó un "histórico" lleno de arroz. -Rosa...voy bajando, me puedes dar una tabla ordenada de los cotizantes y afiliados históricos, del Sistema y desagregado por Administradora?-La calma Chillaneja la sacó de quicios.-¡No! ¡No para las cuatro, para ahora, lo que me demoro en bajar por las escaleras desde el nueve al ocho!-, su voz había adquirido un tono de dueña de fundo que detestaba, sobre todo porque, durante cuatro años y hasta la llegada de Alejandro, ella y Rosalindo habían compartido mil cigarrillos de después de almuerzo todos los días. Habían sido bastante compinches-de-horario-de-oficina hasta que el nuevo Jefe había decidido bendecirla con el cambio de piso al Gabinete, regalándole de paso el título rumoreado a sus espaldas... "Infanta Delfina".-¡Silvita!, emergencia, tengo que bajar al seis a acompañar al ministro en conferencia de prensa, tráeme mis pinturas por fa-, gritó mientras se lavaba los dientes con una mano y se peinaba con la otra.Luego de retocar en algo su apariencia salió rauda por la puerta del gabinete, mientras Silvita, de buena fe, le rociaba un mal perfume. Se habría detenido para increparla, pero no tenía tiempo. -Por si las moscas, gorda, en una de esas el ministro se enamora de ti- se rió la secretaria. Bajó taconeando al ocho. Rosalindo la esperaba en la escalera con las cifras. Las tomó al vuelo, le lanzó un beso y siguió taconeando hasta el seis.Entró al gabinete y la asistente (moriría si le dijesen "secretaria") personal del Ministro saltó de su escritorio. -¡¿Dónde estabas?!, la conferencia ya empezó, el ministro está furioso contigo-, casi le gritó. Ella hizo caso omiso y se coló por la puerta de la sala de prensa, llena de cámaras y luces. Tropezó con el cable de un micrófono y se instaló cerca del ministro.-Y las cifras se las va a entregar mi comunicadora-, sonrió el ministro, que debiera haberse dedicado más a animar un programa como Morandé y Compañía que a negociar con los trabajadores sus derechos y deberes. Ella levantó los ojos al cielo y sonrió a la concurrencia.Y el ministro se levantó y se fue. Y se abalanzaron todos los periodistas. Que si creía que las medidas eran lo que se necesitaba. Qué cuáles eran las proyecciones de esto en términos de cifras. Que si los dirigentes empresariales estaban enterados y de acuerdo. Todo en off, por supuesto.No tenía idea de lo que había hablado el enano."Absolutamente, era necesario, puede que la medida no sea del todo popular, pero para eso está el consejo de diálogo social, éticamente había que hacerlo, si me llaman mañana en la mañana les puedo tener más datos para un par de infografías"...ser parca con la verdad no era lo mismo que mentir, y así uno siempre ganaba tiempo...eso lo había aprendido rápido...Salieron en tropel. Ella pretendió esconderse entre los periodistas que dejaban el gabinete sin que el Ministro la viera. Las cifras, tenía que terminar con las malditas cifras.-¡Chica! ¡Entra un minuto!- el ministro estaba apoyado en la puerta de su despacho.Le sonrió y comenzó a caminar hacia el cadalso, mientras pensaba que la iban a elevar por su atraso. La estúpida de la secretaria del ministro tenía un gesto de mofa en el rostro. La asesinó de una sola mirada.-Señor Ministro, cuénteme- se quedó parada en la mitad de la espaciosa oficina.-Oye, nada, una huevada, quería decirte que estás regia, cabra, regia... regia-regia-regia, te queda súper bien el tono rubio, y el quemado. Alejandro me dijo el otro día que él sospecha que andas en algo, que por eso andas tan bien, que él cree que si, porque a veces te llaman por teléfono y te encierras y hablas como veinte minutos pa'callado...¡¿No nos irás a salir con el pastelito de que estás pololiando y que te vas a casar y a dedicarte a los hijos...cierto?!- y se cruzó los cortos brazos sobre el pecho, sonriente.-No Jefe (a él si que lo nombraba con mayúscula), le juro que no, yo por usted y por Alejandro y por la Concertación me voy a quedar para vestir santos, se lo juro-, le sonrió de vuelta.-Eso es lo que me gusta de ti, eres más insolente que las demás periodistas, más insolente que la cresta, la verdad-.-Ha de ser porque soy Relacionadora Pública y no periodista- y le sonrió nuevamente.-Ha de ser...jajajaja buen término...Ha de ser porque naciste con autoridad en la sangre, qué te apuesto que a tu abuelo le quitaron tierras para la Reforma-.-Jefe, esta conversación me interesa mucho, pero tengo cifras que revisar para que usted se luzca con el Presi en marzo, ¿le parece que me retire?-.-Ya, bueno ya, pero acuérdate que no te puedes casar, ah...no te lo perdonaría-.-Yeah, whatever...--¡Eso! Gringa más encima, ya, chao chica-.Apretó el botón del ascensor y se quedó mirando los números que lentamente avanzaban desde el 15. Pensó en subir a pie los tres pisos y no le dio la gana. Pensó en la conversación con el ministro. ¡Machistas de porquería! Hablaban de democracia e igualdad de géneros y después se sentaban a comentar los posibles pormenores de la vida de las mujeres que trabajaban con ellos...¡menudo avance iba a tener el país con ellos a la cabeza!Se abrió la puerta del ascensor y salió para darse de bruces con el abogado alto y rubio. Casi lo botó, pero no le dijo siquiera "disculpa". Él se quedó mirándola, molesto. Ella entró a la cocina y se hizo otro café. Entró la asistente personal (otra a la que no le gustaba el título de secretaria) de Alejandro.-Te llamó el Embajador de Bulgaria, que le devuelvas el llamado-.-Se puede esperar sentado, no pienso llamarlo-, y revolvió el café.-Es por una delegación Búlgara, ¡TIENES que llamarlo!-.-María Pía, yo sé hacer mi pega, no te metas--Le voy a decir al Jefe que no quisiste llamar al Embajador de Bulgaria-.-Hazlo, me va a felicitar-.-¿Por qué?--Eso no te incumbe, son temas técnicos- y se fue con su humeante café.Se sentó frente a su escritorio justo a tiempo para escuchar a la periodista gangosa hablar de la información que ella había sacado en un comunicado el día anterior...y no pudo sino acordarse del músico...Se mordió el labio y pensó en lo mal que había estado la conversación del Viernes anterior, y en la perspectiva negra de no poder verlo este Viernes saltando por el bar con su bajo a mil. Arrugó la nariz. Bueh...probablemente la historia se había terminado. Sopesó la idea y notó sorprendida que tenía medio anestesiada el alma, porque no le sobrevenían deseos de hacerse una pequeña tragedia griega al respecto....Lo llamó a su mente tocando la introducción de Money y sonrió...ah...un gran tipo...lástima que no pudiese tenerlo cerca en un día como hoy...le habría hecho tan bien...aunque sólo fuese para coquetear descaradamente un rato...o para oler su clavícula...o sentir sus brazos...o para escuchar uno de sus "UUUffa!"..."¡Basta!", se llamó la atención...Volvió a la planilla y decidió darse una hora para terminarla. Eran las cuatro y media pasadas.Alcanzó a trabajar media hora en silencio cuando entró el Abogado alto y rubio...venía hecho una furia. Extraño en él, siempre tan medido.-¡¿Hasta cuándo vas a seguir ignorándome?!- Se plantó frente a ella con las manos en las caderas luego de haber cerrado la puerta.Ella sólo lo miró...o mejor dicho, miró a través de él hacia la pared del fondo.-¿Te volviste loca? ¡Háblame!- y la observaba con ojos incrédulos.Ella sacó un cigarro, lo prendió, se dio vuelta hacia el PC y prosiguió analizando la planilla.-¿Sabes qué? ¡Te vas a quedar sola! Por tozuda y obsesiva y ...¡loca!- y se fue. Y a ella le bajó un ataque de risa que apenas pudo contener, para no ofenderlo aún más.Terminó de actualizar todos los datos de noviembre y se restregó los ojos. Estaba cansadísima.Sonó el celular. Alejandro.-Aló...para qué me llamas al celular si sabes que estoy en la oficina, no te escucho nada-, y le cortó.La lucecita verde comenzó a titilar inmediatamente.-¿Cómo te fue?- prendió un cigarro.-¡Espectacular, eres la mejor comunicadora que he tenido en mi vida!-, la euforia otra vez...tenía que recomendarle litio...-Uno, entonces súbeme el sueldo, dos, que no te escuche tu periodista, porque te mata-, se rió ella de buen talante.-Ya vamos a hablar de platas, por ahora felicítame, porque he aprendido de ti y puse cara de no saber qué estaba pasando cuando los Senadores me preguntaron cómo y por qué se habían dado vuelta los periodistas. Tu teoría del cuarto poder esta vez funcionó. Oye, ¿pudiste entregarle las cifras al ministro?-.-Si, gracias por avisarme con tanta antelación, nunca he tenido un jefe más deferente que tú-.-Bueno, tampoco es para tanto, si en el fondo sabes que te gusta eso, porque entonces te luces-.-Yeah, whatever...--Bueno, te dejo, ¿en qué están todos, me estás cuidando el fundo?--Si, todos están trabajando como si tú estuvieras aquí-, mintió. La Jefe de Gabinete se había tomado el día sorpesivamente al saber que él se quedaría en Viña y ni siquiera respondía el celular, el Fiscal se había ido a la hora de almuerzo, y la Jefe de Seguros Sociales se había ido, seguramente a la peluquería. -Yo estoy tratando de terminar el Informe de Gestión, pero me han interrumpido tanto que no puedo trabajar-.-¡Ay! No seas llorona, seguro no puedes concentrarte porque estás pensando en el carrete de anoche-.Imbécil.Cortó y se estiró en el asiento. La gangosa estaba ahora intentando leer una noticia sobre el FMI y Argentina. Hizo un par de llamadas a medios de comunicación y concertó dos entrevistas y un reportaje en profundidad. Si el tema se alcanzaba a ver en Sala la semana entrante, tenía que tener todo cocinado.Sonó el intercomunicador.-Julieta-, suspiró y buscó instintivamente los cigarrillos.-Jaime no me ha llamado-.-Relájate, seguro está trabajando, igual que tú y yo-, el tono fue sarcástico.-Es que tuvimos una pelea ayer, porque no quiere dejar a su mujer-.Levantó el auricular.-Entonces no le pidas que deje a su mujer-.-Pero es que lo quiero-.-Si lo quieres, no le pidas huevadas y disfruta la relación mientras dure-.-Por qué, ¿tú crees que va a terminar conmigo?-, había una nota de histeria en su voz.Suspiró. -No, Julieta, no creo que él vaya a terminar contigo, sólo te estoy diciendo que disfrutes algo rico y no te enrolles en tonteras. ¿Para qué quieres que deje a su mujer? ¿Quieres que se vaya a vivir contigo?-.-No, me muero, recién estoy disfrutando mi espacio ahora que me separé-.-Entonces ¿cuál es el punto?--Es que, no encuentras que es lógico que una quiera que el hombre con que está esté pensando sólo en una y no ande tocando a otra mina aunque sea por obligación?-No, Julieta, no encuentro. Y no creo que le pongan una pistola al cuello para tocar a su mujer. Seguramente la quiere...¡y a ti también claro!-, brutal, falta de tacto, siempre demasiado honesta, qué estúpida, cómo se le ocurría decirle eso precisamente a la llorosa de la Julieta. -Es más, creo que tienes mucha suerte, tienes lo mejor de él. Piensa, cuando te ve está siempre de buenas, con ganas de hacer el amor y sin atados financieros. No le lavas la ropa, ni lidias con sus malos modales cotidianos. Te dice que eres linda cada vez que te ve, porque te ve poco, y siempre puedes ser una diosa a sus ojos porque no comparte tu realidad cotidiana. ¿Para qué quieres cambiar eso?-, sus argumentos le parecieron los de alguien muy frío, quizás debiera comenzar a hacer terapia antes de convertirse en un témpano de hielo...-¡Ay! Tú no entiendes nada. Lo que pasa es que eres muy chica y no cachas lo fuerte que es meterse con un hombre casado-, se indignó.-Puede ser, Julieta, puede ser, yo no tengo el cúmulo de experiencias que tienes tú....tienes toda la razón. Ahora cálmate y ponte bonita porque mi bola de cristal me dice que te va a llamar en diez minutos más para pasarte a buscar y se van a reconciliar-.-¿Tú crees?-Si--Bueno, te voy a hacer caso-, y cortó feliz. ¡Qué mujer más lesa! Buena persona...pero lesa...Comenzó a redactar el comunicado de prensa por la aprobación en Comisiones Conjuntas y decidió que estaba harta de la voz nasal de la periodista de continuidad de la cadena radial...así que cambió el dial justo para comenzar a escuchar una canción de Deep Purple en Futuro. Sonrió, tentada de pensar que era mágico. Pero luego decidió que las probabilidades de que en una radio centrada en el rock setentero tocaran algo de ellos se acercaban a 1.Subió el volumen descaradamente a 10 y alcanzó a contar hasta tres antes de que llegara la Asistente de Alejandro.-¿No crees que es desubicado escuchar esta música en el Gabinete?--¿No crees que es desubicado meterse en la vida de la gente?-¡Ay! Andas insoportable, ¡te hace falta un hombre!--Puede que tengas razón, pero qué le vamos a hacer...¿no?- y le sonrió, queriendo asesinarla. -Oye, el jefe llamó, ganamos esta vuelta, así que sé buenita y pídele a Marito que me prepare un café, mira que voy atener que sacar un comunicado y de aquí a 15 minutos nos van a empezar a reventar los teléfonos-.Marito entró con un té. -Dice la señora Pía que usted está tomando demasiado café, que mejor té-. Justo el ventilador se paró con un ruido sordo, mientras un olor sospechoso comenzaba a impregnar el espacio.Levantó los ojos, por enésima vez ese día, hacia la lámpara.-Cómpreme otro, Marito, y dígales que le den plata para uno que dure más de dos meses esta vez, ¿ya?-.Mario salió llevándose el ventilador fallecido. Janis Joplin estaba llorando en la radio. Ocho llamadas consecutivas le anunciaron que los periodistas comenzaban a cobrar el favor. Paciencia. Escuchó varios argumentos estúpidos con los que algunos prospectos de periodistas, en práctica, querían lucirse, supuso, frente a sus editores, antes de solicitarle "exclusivas". Le cambiaron el ánimo por medio segundo. ¡Había que ser muy adolescente para creer que iba a comprometer exclusivas por un tema técnico rutinario y de interés para la población!Salió a pedirle una carpeta a Silvita y se dio cuenta de que ya no quedaba persona alguna en la oficina. Miró su reloj, las seis cero tres. Zapatillas de clavo. Bien por ellos. Entró a su caja de fósforos con la carpeta en la mano, sopesando si dejar para el día siguiente lo que quedaba, o seguir trabajando ahora que no tendría interrupciones.Sonó nuevamente el teléfono. Miró el visor. Número desconocido. Suspiró. ¡Qué bostezo! Levantó y saludó de manera desganada.-Hola-, el saludo familiar la sorprendió por un segundo.-¿Con quién hablo?--Me voy de vacaciones unos días y ya te olvidaste de mí?- El músico. Se quedó en blanco por una milésima de tiempo. Sonrió.-Hola, ¿cómo estás, cómo están tus vacaciones?--Súper bien...- Hablaron trivialidades durante unos minutos y luego él le preguntó si podía ir a verla. Ella, poco estratega, ni siquiera se tomó un segundo. -Si-, le dijo. Y Highway Star estaba sonando en la radio.-¿Puede ser como a las nueve y media?-, le preguntó él.Ella volvió a asentir, mientras el desorden de su departamento se le venía a la mente y comenzaba a calcular cuánto tiempo le tomaría ordenar y ducharse y parecer absolutamente tranquila antes de que él llegara. Eran las seis y media, tenía tiempo de sobra.Se despidieron con un beso....extraño.Ella estaba por apagar su computador cuando sonó nuevamente el teléfono.-Hola, estoy entrando a la Alameda, que bueno que no te has ido, espérame que quiero hablar algo contigo-, Alejandro otra vez.Se molestó en algo, pero aceptó, porque no tenía opción.A los 15 minutos estaba entrando por la puerta. "Habría que quitarle la licencia de conducir a este chofer", pensó, pero no hizo comentario alguno. Llevaba una bandeja de pasteles en la mano.-Toma, te traje un regalo de agradecimiento--Gracias, pero estoy tratando de no comer a deshoras-Él la miró, confundido. No sabía dónde dejar los pasteles. Ella los tomó y se los pasó al chofer. -Déjalos en el refrigerador, los podemos comer todos mañana-. Se volvió a mirarlo. -Bueno, ¿y?, ¿de qué quieres conversar?-Entraron a su despacho, un paraíso de aire acondicionado. Él se sacó la chaqueta y se dejó caer, cómodo, sobre uno de los sillones de cuero. Ella permaneció de pie.-Y nada, que quería agradecerte el lobby que hiciste, estuvo genial...Entre nos, porque esto no se lo puedo decir a ya-sabemos-quien, creo que eres la mejor comunicadora que he conocido- y se puso las manos tras la cabeza.-Gracias, si es eso no más, me voy-.-¡Por Dios que eres pesada!-.-Lo sé, eso es lo que te gusta de mí, ahora me tengo que ir-.-Ya, no te enojes, lo que pasa es que quiero hablar un par de cosas contigo respecto de la posición que tomó la bancada PPD con el tema-.Suspiró, se le vino su cama sin hacer a la cabeza. Fue a buscar su cuaderno de apuntes y volvió con un cigarro encendido.-¡Pretendes fumar en mi oficina!--Si quieres vamos a la mía-.-Eres insoportable. Ya, te dejo fumar, pero sólo por esta vez.--Gracias, eres el jefe más bueno del mundo-.-Chupamedias-.-No me queda otra-.Hablaron unos quince minutos sobre el escenario que se les venía encima. Luego otros 10 de la posibilidad de que en Hacienda se acapararan comunicacionalmente el triunfo. Ya eran las siete...y su departamento desordenado...-Bueno-, cerró el cuaderno -si no hay nada más, me retiro- y se levantó.-Oye, me dijo el ministro que te había tirado una talla por lo de tu nuevo look-.-Mira, vamos a hablar de eso mañana, pero te adelanto que me parece de pésimo gusto que andes hablando de mi vida privada con el enano, o con cualquiera, la verdad, pero ahora no tengo tiempo, así que me voy-.-¿Y por qué tan apurada?--Es que tengo ganas de llegar a mi cama y además me carga irme en metro tan tarde, y tengo que llegar a ordenar mi departamento-, ser parca con la verdad, siempre parca con la verdad...-Yo te llevo, pero quédate un rato, hablemos-."¡Ay, no!", pensó, "anda con la tontera de la soledad post-separación...¡soné!" -¿De qué quieres hablar?, son las-, miró su reloj-son las siete y cuarto, ¿no puede esperar hasta mañana?-.-No, es que pensaba que podíamos empezar a darle unas vueltas a la estrategia para el otro Proyecto de Ley-.-Ale, ¡por qué no te vas a tu casa como cualquier ser humano normal! Llevas dos noches durmiendo en la cama de un hotel. Tuviste dos días de mierda. Es tarde, olvídate un rato de la pega y ándate-.-Claro, seguro tienes algún happy hour-, era impresionante captar cómo un hombre de 35 años, con poder de decisión sobre más de dos tercios del Producto del país, podía hacer un gesto tan infantil como el que en ese momento tenía en los labios.Sonrió. No era exactamente la acepción que él le daba, pero definitivamente esperaba tener al menos una o dos horas felices.-No, no voy a ningún bar, me voy a la casa porque estoy reventada. Mañana tenemos un día fuerte, vas a tener cuatro entrevistas al hilo, la primera es a las nueve en punto, pero van a instalar como un cuarto de hora antes, anoté todo en tu agenda y te dejé las cifras sobre el escritorio...además tienes que ir a la reunión del Defensor Ciudadano, ¿preparaste tu intervención?... y yo tengo que sacar el Informe de Gestión que me tiene chata, y tenemos Comité Ejecutivo a la hora de almuerzo y hay que preparar un par de cosas porque va a venir el Subsecretario de Seguridad Social de Bulgaria como con mil asesores el Lunes, y tienes que darles una charla, que yo tengo que prepararte, por supuesto-. Se cansó con sólo pensar en el Jueves.Él la observó sin decir nada. Era evidente que algo le pasaba.Ella suspiró. -¿Qué te pasa? ¿Hablaste con la Valentina?- ella sabía que era peligroso meter a la ex en el baile. Él denegó.-¡¿Entonces qué?!-, se estaba exasperando.-Nada-.-¿Nada?-, ella se rascó la cabeza.-Nada, no tengo nada que hacer, no tengo vida, tengo apenas 5 años más que tú y no tengo vida privada, mis euforias van por el lado del trabajo, y llego a la casa y me dan las cuatro de la mañana viendo partidos de tenis de gallos con nombres que no puedo ni pronunciar y no tengo ni comida en la casa-.-¿Quieres que te pida algo al Menú Express? Si la pido ahora van a llegar como media hora después que tú a la casa-.-¡Te apuesto que tú te vas a ir a tu pub de Suecia a cantar con tus amigos! ¡Te apuesto que te vas a quedar hasta quizás qué hora coqueteando con algún imbécil!-, y el puchero nuevamente.A veces ella no sabía qué pensar. De pronto parecía simplemente necesitado de una oreja amiga, y otras parecía demasiado preocupado de la vida privada de ella.Se sentó y ladeó la cabeza. -Jefe, ¿qué te pasa? ¿Terminaste tu historia con la rucia?-.-Nunca hubo historia, no alcanzó para historia-.-¿Por qué no te consigues una pareja real, entonces?-.-Porque no puedo, ¿a qué mina le va a gustar un huevón que lo único que hace es trabajar?--¡Ay, por favor! Eres joven, tienes buena pinta, tienes plata, sales en los diarios, seguro hay miles de minas arribistas que quieren agarrarte!-, y se rió con una carcajada profunda. -Hazme caso. No trabajes tanto y ándate a un happy hour con tus amigos y no hinches más- y se paró, dispuesta a irse.-No puedo-, la entonación era curiosamente parecida a la plañidera de Julieta.Pensó en hacerse la sorda, pero no pudo. Ya iba saliendo de su oficina. Se apoyó en el dintel. -¿Por qué no?--Porque son todos casados y es Miércoles ...¿y qué hombre casado va a salir a un happy hour un Miércoles?-.Se pasó la mano por los ojos y aprovechó de mirar la hora. Las ocho, y su dormitorio parecía arrasado por un tornado.-¿Echas de menos a la Valentina?-, ya habían tenido esa conversación antes, de eso estaba segura. -Si-. -Lo siento, pero tienes que aprender de las lecciones, te separaste por quedarte demasiado en la oficina, por vivir pensando que el trabajo era lo único. Aprovecha la ignorancia de miles de mujeres en este país. Suecia esta llena de mujeres que no leen el diario y no saben quién eres. Ándate a un bar cualquiera y conversa con alguna de ellas. No te estoy diciendo que te la lleves al departamento, pero anda y habla con las personas normales, y aprovecha de tasar cuál es la realidad de la calle, y tomate un trago, y ríete y mañana llega tarde-.-¿Y la entrevista?--Si me prometes que te vas a acostar medio pasado y sonriente hoy, te juro que yo me las arreglo con los periodistas mañana-.-¿Y por qué no me invitas a salir con tus amigos y tú?-Suspiró nuevamente.-Jefe-, era hora de marcar las distancias -no voy a un bar, voy a mi casa-. Se desesperó, las ocho y cuarto. Se olió el pelo. Pasado a cigarro.Él la miró y de pronto sonrió malicioso. -¡Te vas a juntar con el bestia del Bestido con be larga!. ¡Te caché! ¡Por Dios que eres poco profesional! Yo quiero quedarme trabajando y tú te quieres ir por un tipo que no debe significar mucho, porque ni siquiera lo has presentado-, se estaba riendo.Ella vio luz al final del túnel. Le sonrió divertida. -Si, ya, me va a ir a ver un amigo, ¿contento?--¿Pero es el bestia?-. -Deja de decir tonteras-. -Pero...¿¡es o no es el bestia!?-. -No sé, no sé a quién le dices así, ya, pero me tengo que ir!-, el minutero se estaba acercando peligrosamente a las ocho y media.-¡Uy!- hizo sonar las manos y se paró del sillón. -Y estás horrible. Ya, yo te llevo-.Y se fueron en el auto con chofer, y hablaron veinte minutos más de trabajo. Cuando se bajó del auto eran casi las nueve.Corrió escaleras arriba y se tomó dos pastillas para el dolor de cabeza de inmediato. Luego corrió a hacer la cama y a ordenar en algo. Dio la llave de la ducha, se metió debajo y se lavó el pelo en tiempo record. Tomó lo primero que vio de su closet y se arregló en tres segundos.Luego se sentó en el living intentando sacarse el día del ánimo. Tratando de relajarse después de una jornada de mierda. Aburrida y bostezada. Pero no lo lograba. Se estaba desesperando. No podía decirle al objeto de sus últimas obsesiones que iba a ser imposible que ella lograse ser la princesa divertida y relajada de siempre esa noche por un asunto de pega. Eso era muy poco atractivo. Pero tampoco iba a ser posible serlo. ¡Qué desastre! Tenía tantas ganas de verlo...pero estaba de tan mal talante. Aparte estaba nerviosa. Era primera vez que se veían fuera del contexto de la historia que venía dándose hacía ya unos cuantos meses de Viernes. Y él no sabía que a ella le atemorizaba en algo la falta del juego previo en base a su música y miradas, todo sazonado con mucho ron y whisky. Encendió un cigarrillo y luego pensó en apagarlo por no quedar pasada a nicotina. Entonces rió. ¡Qué ridículo! Sus encuentros siempre olían a cigarrillos y alcohol entremezclado con perfume y sudor. Por comparación, hoy olía bien.Sonó el celular. Era Alejandro.-Oye, si todavía no ha llegado el Bestia, podríamos conversar de pega, ¿o no?-.Exasperada, pero agradecida de que le sacara la mente de sus divagaciones histéricas, le respondió cada una de las preguntas sosas que le hizo respecto de las entrevistas del día siguiente...hasta que sonó el timbre...Cortaron y ella se acercó a la ventana. Lo observó medio segundo antes de llamarlo para tirarle las llaves...él estaba bien...muy bien...Abrió la puerta medio asustada, o quizás insegura...Él la abrazó y se notaba igual de incómodo, pero...como siempre...dominó la situación.Traía una botella de Cabernet. Ella sonrió por la obvia alusión a los detalles en sus conversaciones. Ese hombre sabía...sabía mucho......Durante un buen rato intercambiaron trivialidades, sentados formalmente uno frente al otro en el living, con un algo de relación adolescente en el aire que a ella le produjo regocijo, al notar que no era la única pasmada allí. Y fumaron, fumaron mucho...hasta que bajaron en algo el nivel de tensión...Luego él abrió el vino, y mientras lo hacía, se la quedó mirando de manera fija. Cuando ella le preguntó qué le pasaba, él sonrió, seguro, y entonces dijo algo con relación a observarle los ojos...Ella se puso muy nerviosa...más nerviosa aún...Y salió casi corriendo de la cocina, como si en vez de 29, tuviese quince años...mientras en su cabeza se preguntaba qué tenía este tipo como para producir un cambio tan radical en su persona. Tres horas antes estaba tomando decisiones y actuando de manera asertiva y, en cambio, ahora no sabía cómo moverse dentro de su propia casa.Él la siguió de vuelta a la sala en forma tranquila. Dejó la botella sobre la mesa y luego se le acercó de manera decidida......Y entonces le dio el mejor beso....ella siempre pensaba eso...que era el mejor beso. Cuando él la besaba siempre era el mejor beso...Y luego la tomó de las manos y se hizo cargo de todo...De su nerviosismo, de sus inseguridades, de su mal día, de sus ritmos, de su desnudez-medio-avergonzada-y-falta-de-la-desinhibición-de-los-Viernes-de-ron, de su cuerpo y de su humor...Y la hizo reír, como de costumbre, con sus locuras...Y suspirar de manera entrecortada...y sorprenderse a sí misma con la desfachatez que la atacaba cuando él la hacía adentrase en caminos andados a medias hasta entonces......De todo...como siempre, pareció hacerse cargo de todo...hasta lograr que un franco buen humor se estacionara entre ambos.Y más tarde, o lo que al menos a ella le pareció una eternidad-felizmente-agotadora más tarde, volvieron a beber Cabernet, esta vez estirados sobre su colchón unipersonal, mientras fumaban con una mano y con la otra seguían reconociéndose...Y entonces... hubo de irse. Pero no sin antes recordarle que él parecía tener la llave de la puerta que daba a las reacciones de su cuerpo. Y le dejó de regalo una pregunta en la cabeza. Las marcas...las marcas que le quedaban...Luego bajaron por la escalera...despeinados, sonrientes...medio adolescentes...Y cuando él se despidió, no era alba, y tampoco había tipo alguno de sensación de fin de capítulo en el aire......Entonces...con un beso medio respingón...él simplemente le dijo adios...sin tener la más puta idea de que la había puesto tremendamente feliz no sólo por aquello de la sorpresa de verle fuera de agenda, sino porque la había hecho olvidar a la mujer-que-se-hace-cargo y a un bostezo de día en el lugar de trabajo menos interesante de la tierra.(19 de enero del 2002)

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