Saturday, September 12, 2009

Cuarto de hora....Gone!


-Ay-, me salió quejoso...como de apestamiento...-¿te importa si me doy vuelta? Es que no estoy acostumbrada a dormir con alguien-. Eso se me salió. No era la idea. Fue patético. O al menos eso pensé mientras me desentendía de su abrazo para darle la espalda e intentar dormir.

Dormir. Así. Dormir. Realmente dormir.
Porque no hubo sexo.
Sólo compañía.

O ni siquiera,
porque hacía tiempo que no me sentía tan sola en mi cama como anoche.

A veces me doy cuenta de que he avanzado un kilo, pero que de pronto doy saltos cuánticos al pasado.
Saltos que sólo logran ralentizarme.

Como anoche.

Sólo a mí.
Sólo a mí y mi bendita necesidad de creerme buena persona se nos ocurre hacer la barbaridad que hice.
Hay que ser una pelotuda de marca mayor...

Lo invité.
Invité al Jose a dormir conmigo para que no se sintiera solo.
Para que no siguiera pasándolo mal.
Para hacerle cariño en el alma.
Porque lo está pasando mal. Pésimo.

Por otra, claro.

Soy una boluda.

Anoche lo abracé. Y lo cobijé. Y lo quise.

Y en el proceso se me hizo pedacitos diminutos el alma.

Porque me duele que nunca lograramos ser felices como pareja.
Porque me duele que sufra por otra como nunca sufrió por mí.
Porque me duele su dolor y no sirvo para quitarselo.
Porque la falta de sexo en nuestra interacción del hoy es como un gran elefante rosado en la mitad del colchón.

Recién ahora cacho esa siutiquería de “la quise y a veces ella también me quería”.
Yo al Jose lo quise.
Y supongo que él alguna vez también me quiso.

Pero ya no.
Ahora le duele otra que no soy yo.
Y a mí parece que algo se me murió adentro.
Porque no me duele que a él le duela otra que no soy yo.

A mí me duele que no me duela.

Me duele mi soledad y el cachar que ya no tengo ganas.
No tengo ganas de tanta wevada.

Se me murieron los hombres.

Envejecí.

Se me arrugó el alma.

Perdí la pasión.

No quiero nada.

Nada de nada.

No existe el amor.

Ya no.