Tuesday, March 27, 2007

Trés Jolie!


Hoy me levanté temprano y me fui, literalmente, a la punta del cerro. Y mientras por un lado miraba el crater Ranu Kau y al otro lado mis adorados motus -donde ayer nadé entre atunes gordos y plateados mientras delfín boy me guiaba con luces desde el fondo marino-, empecé a cachar que me llegó la hora. Que es el momento de decisiones de vida. Acá o allá, lo mismo da, porque no se trata de un romance con un otro, sino conmigo misma. Me he pasado casi 16 años quejándome de haber abandonado África y lamentándome por la Maca que allá dejé abandonada. Ya no más. Tanto mirar el cielo desde debajo del agua, tanto mirar el mar desde las alturas...me generó perspectivas.

Este viaje estuvo de pelos. Vine sola y sin embargo encontré a una gran compañera de viaje:

Yo.

Friday, March 23, 2007

Aclara


Wevás potentes. Eso es lo que hace pensar/sentir esta isla. Camino por un millar de senderos que parece conozco de antes. Por las laderas de los cerros y también en mi cabeza. Y descubro. descubro cosas con las que quiero y no quiero encontrarme. Acá es fantasía. Allá realidad. Acá me vuelvo linda. Linda de sol, de relajo, de sonrisas, de seguridad. Una seguridad apabullante que en palabras -que parece he escuchado antes- de Delfín Boy, me vuelven algo castradora. Porque parece que me las sé todas, que tengo respuesta para todo, que sé siempre para donde vamos. Y eso no le gusta. Pero acá, en el Peyton Place del Pacífico Sur, todo se me vuelve claro. Y entiendo que él no entiende. Que él no me entiende. No alcanza a entender que necesito un par de cosas básicas: Calentura, libertad, ternura, contención, sonrisas, coqueteo y cariño. El cariño que se le da a una niña -ese de abrazos de cobijo- y también el que se le da a una mujer -cuando se la acepta tal y como es-. Y entonces lo miro dormir a mi lado y quiero escapar.

Y lo hago. Para eso estoy de vacaciones, para hacer lo que me da la gana. Así que en silencio y como delincuente, me visto y me voy. The walk of shame, le dice Pez. De puntillas salgo y enciendo el jeep. Y mientras me alejo, lo veo en el retrovisor. Mirándome partir. Y me odio un poco por eso, pero es que nunca voy a aceptar que me celen, que me vuelvan propiedad, objeto, adorno, presa.

Y subo un par de cerros en busca de respuestas, y la respuesta se me aparece. Clara y precisa. Con nombre, apellido, aroma, ritmo, clavícula, ojos amarillos y sencillez.

¿Cómo lo hago? Cómo se marca un teléfono después de casi un año de silencio autoimpuesto. ¿Cómo se hace una reaparición?

De pronto sonrío. Lo conozco. Me conoce. Siempre me ha permitido ir y venir a mi antojo. Porque es seguro. Porque sabe que lo quiero. Porque me quiere. Porque me comprende en mi faceta de niña y me acepta tal y como soy en mis pataletas de mina.

Porque con él no me tengo que pejear con el fututro. Porque no tenemos futuro y por eso hemos caminado on y off durante 6 ó 7 años.

Así que nada. Lo llamo.

A la 1 de la mañana de Chile, lo llamo.

Y cuando hablamos, todo está bien. En orden. Ha pasado un kilo de tiempo y no ha pasado nada. Ante todo es mi gran amigo. Y me acuna desde lejos. No me pide explicaciones pese a que me recuerda mi última pataleta agresiva y pasional. Y me deja volver.

Soy su mina pródiga. La más cara de raja de todas. La que va y vuelve. La que exige ternura. La que cayó en sus redes desde el primer acorde. La que lo va a aceptar siempre tal y como es. La que sonrie con sólo escucharlo. Aunque él esté más grande, más maduro, menos irracional.

Por cursi que parezca, en Rapa Nui, el sol sale en el alma.

Tuesday, March 20, 2007

Iorana smiles


Domingo 18. Desde la sala de embarque, le mando un short whine celuloso al publicista. Estay?, le pregunto. Y los minutos pasan en silencio de telecomunicaciones. Mejor así. Lo quiero. Aunque su psycho le haya dicho que yo nunca lo quise, es el hombre con el que haría camino. Pero no se puede. Así que, de amigos no más, y a la Isla otra vez.

Sola.

Como antes.

Cuando era pendeja.

Y ya no soy.

Quizás por eso estoy con estos pálpitos asustadisos.

Hacía tiempo que no me iba sola por hay. "Ten cuidado con lo que le pides a la vida, porque la vida siempre te lo da", dice Pezz. Hace unos posts atrás, en febrero, me quejaba de la traición a mi yo adolescente. Y hete aquí que de golpe y porrazo, lo re-encuentro...RE, de súper.

Así que nada. Me subo solita al avión. Apago mi celular y me dispongo a olvidarme por unos días de la bolsa, del publicista-que-me-quiere-pero-no-como-yo-quiero-que-me-quiera-aunque-ya-no-me-importe.

Y me concentro en la libertad que se viene.

Son 5 horas de toser en el avión. Creerán estos wevones que hay que -literalmente- congelar a los microbios?.

Señoras y señores, en 15 minutos más aterrizaremos en el aeropuerto internacional de Mataveri.

Respiro hondo.

¿A qué vengo?

A estar sola.

A recorrer Rapa Nui desde otra perspectiva.

A darme unas vacaciones de mi persona neurótica (claro claro)

A manejar un 4 wheel drive solita cerro arriba.

A ponerme bikini pese a la guata.

A vivir espejismos de Swazilandia.

A tirarme de guata al sol.

A recuperar a la adolescente que se atrevió a irse a África sola a los 16.

Bajo las escaleras. El golpe de humedad es tremendo. Rico. Pegajoso. Sensual.

Huele a buganvilias. A basura. A piñas. A lluvia. A sonrisas. A piel de sol. A sonrisas de relajo.

¿A delfín boy...?

Juré que no venía a verlo a él.

La última vez que estuve aquí dejamos todo inconcluso. Ni besos, ni acercamientos ni intimidades de tipo alguno. Sólo conversa y un millar de frases en punto suspensivo. Por mi temor. Por mi ravotril. Por mi hermano y el topo.

Sin anteojos no veo.

Salgo con mi carrito.

-Iorana, conti-, y me sonríe con su sonrisa blanca de tanto sol de frente y de sopetón.

-Sau sau, lolo-, no soy muy creativa en el responder, y de seguro mi sonrisa sin sol es menos atractiva que la de él.

-¿Bueno el viaje?-

Bajo la cabeza hacia mi hombro y lo miro.

Agarra mis maletas y como si nada pregunta...¿Te tinca si nos olvidamos de tu hermano y del Topo?

Me gusta este lugar.