Sono una donna

-Abre los ojos antes de abrir el corazón-, dijo sonriente, y cerró la puerta tras de sí.
Y yo me quedé ahí, parada, pensando un poco en Julio César y la escena de apertura. No me dijo que tuviera cuidado con alguna fecha, pero yo no iba a eso.
Iba a caminar mi proceso de mina
Ese que empecé a transitar de la mano de Surehands (...o a lo mejor él llegó porque ya había comenzado a andar ese camino, quién sabe...) y del cual me posesioné hace cosa de 24 meses...quizás un poco menos...
Es raro esto de la teoría de los conitos. Todo igual pero mirado desde otra perspectiva.
A los 20-y-tantos era bien mina.
Pero no quería serlo. Sufría en un exceso. En un constante y tortuoso exceso. Por no ser. Para no ser. Ni quien soy, ni quien era, ni quien quería ser. Porque eso era lo más penoso. Quería ser. Pero también debía ser. Así que adios Maca-mina. No quería llorar, quería beber, quería fumar caños y hablar duro. No a garabatos. Pero sí golpeado. Seco. Tenía novio. Cualquier novio. Siempre tenía novio. Para dejar de ser intensa. Para conformarme y así conformar. Y jamás de los jamases pensaba como el resto de las mujeres a mi alrededor. En la adolescencia me perdí a Ricky, a Micky y a Bosé. Y a cambio pretendí ser adicta a Celtic Frost, Marillion-más-allá-de-Kyleigh (o como se escriba), Black Sabbath y King Diamond. Y ya más grande siempre fui el mounstruito de igual a igual en los centros de alumnos, en los debates, en las carreras de autos y en el cigarro más parecido al de James Dean.
Iba a caminar mi proceso de mina
Ese que empecé a transitar de la mano de Surehands (...o a lo mejor él llegó porque ya había comenzado a andar ese camino, quién sabe...) y del cual me posesioné hace cosa de 24 meses...quizás un poco menos...
Es raro esto de la teoría de los conitos. Todo igual pero mirado desde otra perspectiva.
A los 20-y-tantos era bien mina.
Pero no quería serlo. Sufría en un exceso. En un constante y tortuoso exceso. Por no ser. Para no ser. Ni quien soy, ni quien era, ni quien quería ser. Porque eso era lo más penoso. Quería ser. Pero también debía ser. Así que adios Maca-mina. No quería llorar, quería beber, quería fumar caños y hablar duro. No a garabatos. Pero sí golpeado. Seco. Tenía novio. Cualquier novio. Siempre tenía novio. Para dejar de ser intensa. Para conformarme y así conformar. Y jamás de los jamases pensaba como el resto de las mujeres a mi alrededor. En la adolescencia me perdí a Ricky, a Micky y a Bosé. Y a cambio pretendí ser adicta a Celtic Frost, Marillion-más-allá-de-Kyleigh (o como se escriba), Black Sabbath y King Diamond. Y ya más grande siempre fui el mounstruito de igual a igual en los centros de alumnos, en los debates, en las carreras de autos y en el cigarro más parecido al de James Dean.
Me salvaron los hombres.
Porque me gustan tanto que no quise al final optar por bandanearme las tetas emocionales y convertirme en un remedo de macho.
Pero casi todo lo demás iba por esa senda.
No por el lado lésbico. Eso sería lo de menos. (O lo demás, quién sabe...)
Sino por el lado de jugar a la motosierra con mi esencia.
Pero casi todo lo demás iba por esa senda.
No por el lado lésbico. Eso sería lo de menos. (O lo demás, quién sabe...)
Sino por el lado de jugar a la motosierra con mi esencia.
Siempre tan perfecta; con la respuesta correcta y el yo-nunca-pierdo a flor de actitud.
Y nada, tuve que esperar a tener 35 y cachar que los mejores orgasmos me los genero yo para darme cuenta que soy mina.
Que me gusta serlo.
Que jamás sería feminista y que odio que se
Y nada, tuve que esperar a tener 35 y cachar que los mejores orgasmos me los genero yo para darme cuenta que soy mina.
Que me gusta serlo.
Que jamás sería feminista y que odio que se
aplaste, juzgue, sopese, wevee...
a mi femeneidad.
Así que ahora,
Así que ahora,
hago-dietas-que-no-cumplo-canto-a-grito-pelado-Linda-(aunque-aún-me-lea-el-cancionero-porque-no-me-la-sé-bien)-uso-y-abuso-del-rosado-si-no-gano-una-discusión-lloro-y-la-gano-igual-me-gasto-plata-en-brujas-taroteras-que-desecharé-si-no-me-gusta-lo-que-me-dicen-dejaría-de-trabajar-al-primer-guiño-y-sigo-siendo-ingenua-de-corazón.
Pero con sapiencia.
Por lo años.
Por eso...cuando ella me dijo
-Abre bien los ojos antes de abir el corazón-
Sonreí. Al espejo del pasillo en la espera del ascensor.
Ser mina no es ser wevona.
Pero sí es, a veces, parecerlo.
Así que nada.
Abriré los ojos si me da la gana.
Y si no:
Mañana será otro día.
Y entonces...reconstruiré Tara-
Da.
Pero con sapiencia.
Por lo años.
Por eso...cuando ella me dijo
-Abre bien los ojos antes de abir el corazón-
Sonreí. Al espejo del pasillo en la espera del ascensor.
Ser mina no es ser wevona.
Pero sí es, a veces, parecerlo.
Así que nada.
Abriré los ojos si me da la gana.
Y si no:
Mañana será otro día.
Y entonces...reconstruiré Tara-
Da.